lunes, 30 de junio de 2008

CAMPEONES


Al fin la selección española de fútbol conquistó todo: la gloria del título y el honor. La gloria en función de unos resultados aplastantes, ganando todos sus partidos menos un empate: el que le enfrentó a Italia, el actual campeón del mundo, y que resolvió en los penaltis. El honor de jugar mejor que nadie en los últimos veinte años (o más) de fútbol de selección, seguidos de cerca por la maravillosa Holanda de 1988, la de Gullit, Rijkaard, Koeman ... y sobre todo Van Basten.
España se había plantado en la final tras seguir un camino más difícil que los alemanes. Había superado a Rusia, a Suecia y a Grecia, luego a Italia y a Rusia una vez más. Alemania llegó a la final ganando a Polonia y Austria, perdiendo con Croacia y ganando después a Portugal y Turquía. La diferencia de juego era apreciable, pero aún así nadie sabía quién acabaría ganando este último partido.
La hora del partido iba llegando. No había más que asomarse por la ventana para ver el escaso tráfico y sentir la expectación levantada por este partido, con banderas en muchas ventanas, trompetas sonando y algunos hinchas corriendo a casa o al bar, pues el partido iba a empezar y no querían perderse nada.
Alemania salió a por todas, presionando a España y robando peligrosos balones que estuvieron a punto de darnos un susto, especialmente en los diez primeros minutos con Ballack y Podolski. Pero España recuperó su juego, tocando y tocando comenzó a llegar a la portería de Lehmann. Torres estrelló un remate de cabeza en el poste de Lehman que Xavi no pudo recoger. A la media hora de juego Xavi vio al Niño Torres que como siempre pedía el balón y buscaba el desmarque. El pase era bueno, pero Lahm y Lehman tenían ventaja, podían despejar el balón o blocarlo el portero. Pero no contaban con la tremenda zancada de Torres, que superaba a los dos en una impresionante demostración de fuerza, valor y clase, colocando mansamente el balón en la red. Torres, que siempre ha manifestado su admiración por Van Basten, hacía bueno el 9 que ambos llevaban en la camiseta. ´
Los teutones volvieron a la carga en sucesivas oleadas y buscando el contacto físico, pues pensaban que en ese terrero eran superiores, pero España no se cortó lo más mínimo y siguió haciendo su juego, encontrando además los despejes de puño certeros de Casillas cuando los contrarios intentaban imponerse por arriba. España parecía el cortacésped y Alemania la apisonadora, pero ganaba la primera sobre el verde escenario de Viena. Así se llegó al descanso.
A la vuelta de los vestuarios todo siguió igual, pero España, que parece experta en segundas partes, se fue haciendo cada véz más con el control del partido, multiplicando las ocasiones con las subidas de Silva, Iniesta, Sabi y las escapadas de Torres. Pero las oportunidades no se concretaron y los alemanes se fueron hacia delante, con la lucha continua de Schweinsteiger mientras Podolski había desaparecido y Ballack se dedicaba, como todo el partido, a partirse la cara con todos sin ningún resultado. Entonces llegaron los oportunos cambios de Luis, que sacó a Cazorla, Alonso y Güiza, que terminaron de tapar los huecos y asustaron a los alemanes, con la ayuda inestimable de ese grandísimo jugador que es Marcos Senna. ¡Qué pena que no llegara al centro de cabeza de Güiza! Y qué de decir de Xavi, nuestro número 8 justamente elegido mejor jugador de la Eurocopa.
Y el partido acabó con la explosión de júbilo del viejo y remozado estadio del Práter vienés, con la afición española y su equipo fundidos en una celebración histórica, mientras España entera prácticamente se paraba entre gritos de alegría, preludio de la gran fiesta que siguió en las calles de todo el país.
Gracias campeones. Gracias por devolvernos la alegría de este gran deporte.

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