martes, 24 de junio de 2008

Y España pasó ...


En cuartos y contra Italia. Otra vez, ¿será posible?. Ya nos podía haber tocado cualquier otro. Con lo angustiosos que son estos partidos, todo el rato sufriendo y al final nada ... lo de siempre. Pero no, lo jugadores españoles no tenían ese miedo compartido por muchísimos aficionados. Respeto, todo el que quieran. Miedo no, porque un equipo con clase que juega como equipo tiene siempre posibilidades reales de triunfo.
El partido comenzó como siempre, con Italia atrás y España achuchando. Había ganas de disputar este encuentro y los jugadores españoles querían meterse arriba, sin olvidarse de los contraataques transalpinos. Villa y Torres se movían todo lo que podían, pero la tela de araña tejida por los italianos, que se vieron ayudados por el árbitro alemán (que dejó dos penaltis sin pitar) puso freno a los incisivos españoles. Escasearon las ocasiones de gol, pero los españoles mantuvieron su estilo dominando la pelota. Silva estuvo a punto de marcar con un buen tiro raso que se fue por muy poco.
España había pasado este primer tiempo bien dirigido por Xavi y con firmeza en la defensa. Marchena y Pujol habían evitado que el balón llegara a Toni, que una vez más parecía la única vía utilizada por nuestros rivales para abrir brecha (¡Como echaron de menos a Pirlo!). Cassano había comenzado muy bien, pero Sergio Ramos consiguió al fin centrarse en esta Eurocopa y acabó dominando su parcela.
La segunda parte fue parecida, pero con algunos cambios apreciables. La sustitución simultánea de Iniesta y Xavi por Cazorla y Cesc fue una sorpresa, pero hay que reconocer que el jugador del Arsenal le dio frescura a una línea media que iba perdiendo claridad de ideas ante la presión contraria. Más inesperado aún fue el cambio de Torres por Güiza, pero ya se sabe que Luis tiene mucha confianza en el estado de gracia del jerezano. Donadoni, acertó indudablemente en los relevos al dar entrada a Camoranesi y di Natale, que dieron oxígeno a su equipo (especialmente el argentino) y tuvieron sus ocasiones de marcar.
Y ahí llegó el momento decisivo del choque. En una jugada confusa, en la que como siempre estaba Luca Toni, Camoranesi iba pillar un balón suelto casi al borde del área pequeña. Pero Casillas, parando como lo hace en el Madrid, sacó el balón con la pierna izquierda, en una demostración de serenidad y reflejos como sólo puede hacerlo uno de los mejores porteros del mundo. Muchos pegamos un bote en el asiento, ya fuera en casa frente a la televisión o los decididos y afortunados seguidores en el estadio. Un portero que salva partidos. Esta vez sí que es la nuestra. El paradón fue de tal calibre que hasta pareció fácil el despeje por encima del larguero con que neutralizó poco después un gran cabezazo de Di Natale.
Mientras tanto España seguía buscando el gol, intentando siempre jugar el balón y no perderlo. Nada de mandar balones a la olla para ver si enganchamos alguna. Eso sería facilitar la peligrosa contra de los rivales. En esta labor del medio campo destacó especialmente Senna (uno de los aciertos más grandes del seleccionador) que además probó suerte con tiros de lejos. Uno de ellos, tras fallo (qué raro) de Buffon al blocar el balón, dio mansamente en el palo izquierdo y fue a las manos del portero.
España jugaba e Italia parecía que sólo esperaba los penaltis, más que la prórroga. En ella destacó la fortaleza física de España, pues nuestros jugadores parecieron mucho más frescos pese a que habían corrido bastante más durante todo el partido.
Y llegó en el momento decisivo, donde España demostró su confianza en los lanzamientos , al transformar cuatro de sus cinco tiros, mientras Casillas, el grán héroe del partido, ganaba la partida a De Rossi y Di Natale. Cuando Cesc marcó el último se desbordó la alegría española.
Al final ni estadísticas ni historias varias. Hubo equipo, desde el portero (grandísimo) al último jugador de campo. Con una defensa seria con todos sus jugadores concentrados, la media creando y destruyendo juego y sobre todo cumpliendo la premisa de tener el balón y dominarlo, sin olvidarse tirar de lejos a puerta, y los puntas dejándose el alma buscando el gol. España ha sabido jugar con su propio estilo para evitar los vaivenes del juego (que nos mandaron a casa en el último mundial frente a Francia).

Creo que es necesario hablar hoy de la persona más cuestionada del equipo: su entrenador Luis Aragonés. No ha tenido hasta ahora ningún apoyo por parte de la inmensa mayoría de medios de comunicación, especialmente desde que dejó fuera a Raúl de las convocatorias. No entendieron que Raúl había sido el jugador favorito de Luis, que le llevó al Mundial pese a su mala temporada motivada por su bajo estado de forma. No importaba, Luis creía que era capaz de marcar la diferencia. Pero Raúl se dedicó a montar camarillas pensando más en su propio beneficio, lo que exasperó lógicamente al entrenador. A raíz de esto la estupenda Federación Española de Fútbol se dedicó a hacerle la cama, para colocar a su preferido. Luis ha enseñado a su equipo a mantener la calma y la confianza, a luchar siempre en grupo.
Los jugadores españoles son futbolistas de clase, algunos más que eso. Pero además han aprendido a sacrificarse y formar una piña dentro y fuera del estadio (esto me recuerda un poco al baloncesto y Pepu Hernández). Me acuerdo todavía de los comentarios de algunos jugadores de la Roja tras la eliminación de la Eurocopa de Portugal, hace cuatro años cuando los anfitriones nos dejaron fuera. Prácticamente todos decían algo así como "hemos hecho lo que hemos podido y me voy de vacaciones", casi parecía que les daba igual. Hoy no es probable que esto pueda ocurrir, sea cual sea el resultado de la semifinal y de la posible final. Hay un ambiente de compromiso que todos y cada uno de los titulares y suplentes han creado tras la sabia batuta de Luis Aragonés.


Gracias, profesor, y como estamos en Viena, que siga el concierto.

1 comentario:

Quique dijo...

Siiiiiiiiiiiiii, lo conseguimos.
Hemos ganado a la mejor de las que quedaban, ahora el tàitulo es nuestro.