jueves, 26 de junio de 2008

Ya tenemos un finalista


Llegó la primera semifinal en Basilea donde se enfrentaban dos equipos con historias diferentes. Turquía venía de ganar a Croacia, una selección que parecía en principio superior, tras una prórroga agónica en la que empataron en el último suspiro y luego decidieron en los penaltis. Tenía diez bajas entre lesionados y sancionados y presentaba un equipo de circunstancias.
Enfrente estaba Alemania, que si bien había perdido en su grupo con la misma Croacia, había superado a Portugal con menos problemas de los esperados (con la colaboración inestimable de Cristiano Ronaldo, que tenía otras cosas en la cabeza). Con su alineación titular casi completa tenía detrás el peso indudable de la historia.
Como Turquía tuvo que arreglárselas colocando centrocampistas en la defensa para completar el once inicial, como faltaba Nihat ... muchos pensábamos que iba a salir a defenderse e intentar, cuando se presentara la ocasión, algún contraataque.
Pero no, esta Eurocopa es de otra forma. Turquía salió dispuesta a comerse al contrario, luchando cada balón, demostrando su clase, pidiendo la pelota y haciéndose cargo del partido. Ugur Boral se hacía con la banda izquierda, Kazim y Sari por la derecha cortaban, regateaban, combinaban y chutaban (qué tirazo al larguero del primero) , mientras Altintop y Aurelio mandaban por el medio y Topal era Beckenbauer. El gol de Ugur Boral, que entró de la forma más tonta entre las piernas de Lehmann, tras un jugadón de toda la delantera turca, fue la consecuencia lógica de este dominio. Pero Alemania explotó su potencial en una jugada a la contra, en gran carrera del peligroso Podolski que pasó el balón para que el imponente Sweinsteiger tocara con elegancia al fondo de las mallas. Turquía sólo había estado cinco minutos delante en el marcador y estábamos en el veintiséis de la primera parte.
Tanto luchar para nada, hubieran dicho muchos. Pero no estas fieras, ya acostumbradas a pasarlas canutas y seguir adelante. Turquía siguió robando casi todos los balones en lucha y llevando el peso del encuentro. Así fue durante la primera parte y casi toda la segunda, pese al cansancio inevitable que limitaba algunas alegrías.
Pero ya se sabe que el portero es absolutamente fundamental, y no se puede ganar estos partidos importantes sin su ayuda. En medio de la nada, los alemanes sacaron un centro sencillo al área, donde Rustu (que debería dedicarse a la ópera o al flamenco, pues lo suyo es el cante) se animó a salir en plan suicida, regalando el segundo gol de Alemania en cabezazo del siempre oportuno Klose. Era el minuto setenta y siete, ya no había nada que hacer.
¡Y una porra! ¡ A por ellos! Turquía iba a pelear hasta el final, como siempre, y fruto de este empeño ejemplar vino otra vez el gol de Sentürk, al desviar un centro tras magistral jugada de Sari, mientras el inútil Lehmann esperaba tranquilamente que el balón cayera en sus manos. ¡Qué delantero centro! ¡Qué tíos! ... Esto es fútbol.
Como parece que Alemania ha nacido con estrella, acabó ganando a un minuto del final con gol de Lahm, cuando los turcos habían hecho todo el gasto. Eso sí fue un auténtico golazo, de esos que nos estamos acostumbrando a degustar en la estupenda Eurocopa 2008.
Dice la historia que fue en 1683 cuando las tropas turcas intentaron el segundo asedio a Viena. Cuando parecía que iban a conseguir su rendición, el ejército polaco de Sobieski acudió en ayuda de la ciudad y los invasores tuvieron que levantar el cerco. También dice la historia (y la leyenda) que los turcos dejaron en su retirada muchos sacos que contenían unos granos negros que, debidamente preparados, daban origen a una misteriosa infusión, oscura y aromática, amarga y excitante. Así el café, supremo elixir y maravilloso acompañante, entró en Europa Central procedente de Oriente como ofrenda de los turcos.
Esta vez su ejército desarmado (como decía el inolvidable Vázquez Montalbán) se ha quedado en el país limítrofe y tampoco ha podido conquistar Viena en su partido final, pero también nos ha dejado un regalo: la imagen de una seleción con clase, juego, valor y fe inquebrantable, capaz de ofrecernos partidos dignos de entrar en la historia (y la leyenda) del fútbol.
P.D. Sí, ya sé que también jugaba Alemania y que parezco un hincha turco , pero de verdad que esta gente me ha emocionado. ¡Viva el fútbol!

1 comentario:

Quique dijo...

Qué partidazo. Alemania nos espera en la final.