domingo, 22 de junio de 2008

Cuartos de final. Turquía vuelve a apelar a la épica para colarse en 'semis'.


Una vez más, al igual que hizo en la fase de grupos, la modesta selección turca dirigida por Fatih Terim reservó sus cartas hasta el último minuto para hacerse con el partido y el consiguiente pase a semifinales. Esta vez, tras Suiza y Chequia, le tocó el turno a Croacia, que vio, impotente, cómo los otomanos igualaban un 1-0 a falta de sesenta segundos para la conclusión de la prórroga. Tras el palo que supuso el empate, como era de esperar, los turcos se impusieron en los penaltis. Fue un partido que confirmó la calidad de una de las revelaciones de la Eurocopa, Luka Modric, la fe y suerte de Turquía, que se enfrentará a Alemania en 'semis' con muchas bajas, y la grandeza de este maravilloso deporte.

Desde el primer momento quedó claro que los turcos querían hacer algo grande, y 'birlaron' el balón a los de Bilic, por lo que éstos poco pudieron hacer teniendo en cuenta que su juego se basa principalmente en el manejo del esférico. Aún así, las ocasiones de los otomanos se reducían a disparos lejanos, algunos de ellos con gran peligro para la portería de Pletikosa, que prácticamente no tuvo que intervenir. El dominio era turco, pero los contragolpes croatas, peligrosísimos, estuvieron a punto de dar más de un susto a Fatih Terim.
Con el 0-0 se llegó al descanso, destacando una gran oportunidad de Bilic, que estrelló en el travesaño un 'pase de la muerte' de Modric.

Los turcos también salieron mejor en el segundo acto, pero conforme fueron pasando los minutos la calidad croata se impuso a las ganas turcas, y los de Bilic se hicieron dueños del partido.
Turquía prácticamente no existía, y el dominio croata era cada vez mayor. Sin embargo, cuando los de Bilic se acercaban a la portería rival se quedaban sin ideas, y no conseguían conectar varios pases seguidos que desembocaran en el área. Así, y liderados por un extraordinario Modric, los croatas fueron encerrando a Turquía. Las ocasiones se sucedían, pero Croacia no lograba romper la igualada debido a las meritorias acciones de Rustu y el desacierto de sus delanteros.
De esa forma, los de Fatih Terim lograron forzar la prórroga, injusta para los croatas.

En ella, los turcos hicieron valer su mayor potencial físico para arrinconar a los de Bilic, sin respuesta ante las incesantes acometidas rivales que consistían en centros lejanos, disparos de media distancia y jugadas a balón parado. Sin embargo, éstas no fueron suficientes, y todo indicaba a que el partido se decidiría desde los once metros. Los croatas estaban muertos, agotados físicamente y sin otra elección que ceder a Modric para que éste inventara. Y el del Tottenham, con la colaboración de Rustu, inventó. Fue en un contraataque llevado a la perfección por el '14' croata que finalmente acabó sacándose un centro medido a la cabeza de Klasnic, que sólo tuvo que empujar ante la horrible salida del guardameta turco.
Así las cosas, era el minuto 119 y todo parecía decidido. Restaban sesenta segundos para la conclusión, y el empate se antojaba imposible. Pero no había que olvidar tampoco que enfrente se encontraba Turquía, experta en este tipo de casos. Y, como no podía ser de otra manera, los turcos volvieron a dar una demostración de fe y confianza en ellos mismos que fue recompensada con el tanto del empate, obra de Semih Senturk tras enganchar una perfecta volea entre dos defensas. Sin duda un golazo en un momento crítico. Incontestable. Los de Bilic se miraban, entre confusos y asombrados, percatándose de la gran oportunidad perdida.
Los penaltis culminaron la hazaña turca, que demostraba que la fe y las ganas valen mucho más que cualquier otro aspecto futbolístico.
Desde aquí sólo puedo dar la enhorabuena a los héroes otomanos, que ahora esperan a la temible Alemania en busca de un puesto en la gran final. Mucha suerte.

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